Distribuciones que funcionan: el arte de proyectar cocinas y baños con lógica y estilo

Un espacio bien diseñado no empieza con los acabados, ni con el color, ni siquiera con los materiales. Empieza con el plano. En Ginesta Your Personal Space, el punto de partida de cada proyecto es la distribución: ese gesto invisible que define cómo se vive, se recorre y se disfruta un espacio.

Distribuir es priorizar

No hay una única manera correcta de organizar una cocina o un baño. Cada caso es distinto, y por eso el primer paso siempre es observar: ¿quién va a utilizar este espacio? ¿Qué rutinas tiene? ¿Qué necesita a diario y qué quiere evitar? A partir de ahí, se priorizan funciones, se definen flujos y se estructura un espacio que tenga sentido para quien lo va a habitar.

Zonas, recorridos y proporciones

Una buena distribución se basa en el equilibrio entre zonas activas y pasivas, en recorridos fluidos y en proporciones que permitan moverse con comodidad. En la cocina, esto significa diseñar un triángulo funcional entre cocción, lavado y almacenamiento. En el baño, implica crear áreas bien diferenciadas para higiene, almacenaje y relajación, sin sacrificar la armonía visual.

Diseño técnico, resultado visual

Detrás de un plano limpio y elegante hay un diseño técnico preciso. Tomas eléctricas, puntos de agua, salidas de ventilación… todo se planifica para integrarse sin interferir en la estética. En Ginesta, el diseño técnico está al servicio de la belleza, no al margen de ella.

La distribución también se siente

Una cocina o un baño bien distribuidos no solo funcionan mejor. Se viven mejor. La luz fluye, el orden se mantiene, las tareas se realizan sin esfuerzo. Esa sensación de comodidad discreta es el resultado de un diseño pensado al milímetro, donde cada decisión técnica tiene un impacto emocional.